La V Conferencia Episcopal, realizada en Aparecida, Brasil, fue una gran reunión de Obispos principalmente, pero también de laicos, religiosos/as e incluso observadores de otras confesiones religiosas, en la cual se analizó el momento de la Iglesia Latinoamericana. Las Conferencias Episcopales Latinoamericanas anteriores habían sido momentos importantes para la Iglesia de nuestro continente. Especialmente significativas fueron las tres primeras: Rio de Janeiro, Puebla (la afirmación de la opción preferencial por los pobres y los jóvenes) y Medellín. De la Conferencia de Aparecida surgió la Misión Continental, una misión que aspira a quedarse en el tiempo, a poner a la Iglesia Católica Latinoamericana en estado de misión permanente.
"Esto no es más de lo mismo", dice Rafael Silva. "Es un proceso de conversión aun de la misión misma. Sería pobre invitar a la gente a nuestra Iglesia, si los espacios de la Iglesia -las parroquias, movimientos, centros, colegios- no están renovados. Este año se ha puesto énfasis en el encuentro con Dios por medio de la Palabra. Queremos que los espacios se transformen así desde ella, a la luz de Jesucristo. Así se enriquece la Misión de siempre de la Iglesia (visitar casas, rezar...), impregnándose de Aparecida."
En esto se nota la huella de Aparecida. Desde el Discurso Inaugural del Papa Benedicto XVI, Aparecida estuvo muy marcado por el llamado a volver a Jesús, entender el cristianismo como una relación con Jesucristo más que como una doctrina. "La Misión Continental trae aires de alegría y esperanza. Hay que recomenzar nuestra experiencia de fe desde Jesucristo, como dice Aparecida. Y la misma Conferencia plantea una metodología para ello, proponiendo lugares de encuentro con Jesucristo: la Palabra, la comunidad... Que el encuentro con el Señor nos vitalice para volvernos discípulos misioneros."
La Misión Continental tiene cuatro etapas, a realizarse en años consecutivos. Estamos en la primera etapa de sensibilización. Como explica Rafael Silva, es un proceso que tiene su ritmo, quiere dar tiempo de disponer a todos los católicos a ser discípulos misioneros en sus propios espacios (familia, comunidad, lugar de trabajo, etc.) para hacia la cuarta etapa desarrollar una misión bien potente.
Pero la Misión Continental tiene también un fuerte contenido de renovación de la Iglesia y su estructura. Siguiendo la línea de la "conversión pastoral" lanzada por Aparecida, nos dice Rafael Silva: "Mons. Cristián Precht ha enfatizado esta Misión Continental como una 'misión de interlocutores'. La Iglesia a veces se ha acercado de arriba hacia abajo. Ahora la Iglesia quiere venir a dialogar, a compartir el gozo y la alegría de la Buena Noticia de Jesucristo. La Iglesia quiere enriquecerse con el otro. Y esto también recoge el cambio cultural que vivimos: las relaciones son hoy más de tú a tú, más circulares. También debe pasar esto al interior de la Iglesia, en la participación de los laicos y, entre ellos, particularmente el rol de la mujer, también con los religiosos. Me gustaría que avanzáramos con estas deudas epocales. Y esto me hace estar aquí, porque da razones de esperanza." Así, la Misión Continental es oportunidad de renovación de sus prácticas pastorales para la Iglesia.
- Frente a algunos más reticentes a los cambios, ¿por qué esta renovación de la Iglesia no es transar con el mundo?
"Es que es cosa de mirar la historia de la Iglesia. En estos dos mil años, ha habido una renovación permanente, desde Pablo, Pedro, y después todos los que siguen, van cambiando. Yo diría que no sólo no es transar, es buscar la forma de servir mejor, de estar más cerca de la gente. Es buscar transmitir mejor la experiencia de Jesucristo hoy. Y la forma de hacerlo es el discernimiento. No es cambiar por cambiar, sino de qué manera servir mejor en este momento de la historia. Quizá puede ser más cómodo mantenerse sin peligro. Renovarse tiene de peligro, algo de audaz. Pero es el camino de Jesucristo. Él no se quedó en Nazareth, como carpintero, con su padre [José]. Desde la experiencia del Bautismo, él sale para hacer la Voluntad de su Padre e ir al encuentro de los demás. Tampoco se queda en los modos judaicos, sino que va a la samaritana, va donde los cobradores de impuestos, va donde un pescador cabeza dura..."
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